O P I N I Ó N 
A R T U R O S A N T A M A R í A G ó M E Z
Análisis:
Desde 2005 las autoridades han tratado de engañar a los habitantes de los pueblos que están siendo afectados por las aguas de la Presa Picachos. El movimiento de los comuneros está escalando niveles de sumo riesgo para ellos .
En abril de 2007, escribí en este mismo espacio de Noroeste un artículo sobre el conflicto de la Presa Picachos que, me parece, nos ayuda a entender la creciente desesperación y radicalidad de las acciones de los comuneros.
Desde el año de 2005 las autoridades han tratado de engañar a los habitantes de los pueblos que están siendo cubiertos ya por las aguas de la presa.
Hay voces que afirman que los líderes del movimiento de los comuneros manipulan y engañan a su gente.
Puede ser que no todo esté claro en los intereses de los líderes, pero antes de que ellos aparecieran el conflicto ya existía y la pésima actuación de los funcionarios públicos ya era visible.
El movimiento de los comuneros está escalando niveles de sumo riesgo para ellos y otros sectores de la población sinaloense.
Las opiniones en pro y en contra están subiendo de tono. Igualmente, los costos económicos, sociales y emocionales para los comuneros y sectores afectados por sus acciones se incrementan, mientras las autoridades parecen apostar al desgaste del movimiento o a su latente represión; ésta, por cierto, es exigida crecientemente por diferentes ciudadanos.
La tensión sube, se agrava el conflicto y las consecuencias pudieran ser dolorosas y lamentables.
Al Gobierno le exigimos pleno apego al derecho y a la justicia.
Aquí reproduzco el artículo escrito hace casi dos años y medio:
"Las autoridades municipales de Mazatlán, las del estado, las de la federación y una constructora brasileña han decidido realizar la versión sinaloense de la joligudense ´Milagro Beanfield War´, película dirigida por Robert Redford en 1988, y en la que los papeles estelares los llevan Rubén Blades, Sonia Braga y Richard Bradford.
En ´Milagro Beanfield War´, una poderosa constructora intenta arrebatar el agua de un pequeño poblado con asiento en Nuevo México para beneficiar a un proyecto empresarial. Los pobladores resisten los intentos de los urbanizadores mediante una lucha encabezada por una mujer, representada por Sonia Braga, quien es la mecánica del pueblo, la cual a su vez recibe el apoyo del alguacil, papel que encarna Rubén Blades.
Después de una enconada y desigual lucha los comuneros con toda justeza le ganan a los urbanizadores.
En el sur del estado, la realidad intenta asemejarse a la ficción cinematográfica, pero en una versión aun más dramática porque las autoridades no tan solo quieren toda el agua para la ciudad y proyectos empresariales sino desaparecer pueblos enteros.
En nombre del “desarrollo” y del “beneficio general”, el poder político y económico no quieren pagar lo justo a un conjunto de comunidades que verán perdidas sus tierras, sus casas, su tierra, sus muertos y sus querencias más antiguas e íntimas.
En beneficio de “la modernización”, políticos y constructores quieren sepultar bajo el agua, por “carecer de valor”, la historia de los pueblos afectados.
Resulta insoportablemente paradójico y rudo que Alejandro Higuera Osuna, Alcalde de Mazatlán, defensor de los valores más tradicionales de la sociedad sinaloense, orgulloso portador de la cultura rural de La Noria, le pida a miles de pobladores rurales que en nombre “del bien común” renuncien desventajosamente a todo lo que tienen para construir la presa Picachos.
Ofende que el Gobernador Jesús Aguilar Camacho, hijo de Cosalá, y por lo tanto, sabedor de la importancia que tiene para un comunero el campo santo, la iglesia del pueblo, la casa donde nació el abuelo, la escuela donde estudiaron los hijos, el solar donde los padres sembraron maíz y frijoles, no intervenga para que traten con justeza a cientos de personas que van a dejar para siempre a sus pueblos en beneficio del desarrollo económico y social de otros.
Indigna que el gobierno federal, encabezado por un Presidente que se dice ´defensor de la vida´ y del ´Estado de Derecho´, permita que se atropellen los derechos y el sustento a la vida de miles de personas.
Resulta que, para los representantes de los poderes públicos y una poderosa empresa, pedirles que dejen sus pueblos a miles de seres humanos para que los inunden las aguas eternamente es una mera cuestión de pesos y centavos.
Además de que, con la mano en la cintura, les dicen que abandonen sus moradas para siempre, lo hacen con trinquetes y mañosadas.
En la Primera Convocatoria a la Asamblea General que se hizo a los habitantes de la Comunidad de San Marcos, una de las afectadas, el día 22 de mayo de 2005, donde se discutiría y se decidiría la “anuencia para que se inicie el procedimiento de expropiación de los terrenos que se, ocuparan para, el embalse y construcción de la presa Picachos”, así como otros asuntos claves para que los comuneros cedieran sus tierras, las autoridades de Mazatlán, según informan habitantes de San Marcos, acarrearon gente del poblado de Cuantillas, el cual pertenece a la comunidad pero que no van a ser afectados por la construcción de la presa, además de que es 100 por ciento panista, para votar a favor de la obra hidráulica.
Por si fuera poco lo anterior, a los comuneros les pagan sus tierras muy por debajo de su valor y les quieren vender las casas que se construirían en los nuevos asentamientos entre 200 y 400 mil pesos, además de que les solicitan dinero para la construcción de la presa, incluso en dólares.
En el colmo de las cosas, la Cocosin de la venta del predio les resta a los comuneros 10 mil pesos para la construcción de las nuevas comunidades.
Los engaños han llegado al nivel de que el gobierno estatal dice que los terrenos donde se construye la cortina de la presa pertenecían al Potrero de Carrasco y no a la comunidad, los cuales, dicen las autoridades, ya fueron pagados.
Los comuneros de San Marcos alegan que les pertenecen a ellos y tienen los documentos para comprobarlo.
Los constructores han sido tan abusivos que primero pidieron permiso al propietario de un predio en Pichinque para, por un día, pasar a través de su terreno, sin embargo se instalaron en él sin pagar la renta respectiva.
Pero no tan solo los comuneros de San Marcos denuncian vicios y maniobras, sino también los habitantes de otros poblados como Las Iguanas y Casas Viejas, o los más de ochocientos pobladores de la comunidad de Siqueros.
Si bien el Alcalde Mazatlán, Alejandro Higuera, de procedencia blanquiazul, presiona a los comuneros de San Marcos para que cedan a la construcción de la presa bajo las condiciones que les han impuesto, el primer munícipe de Concordia, también panista, por el contrario, apoya los reclamos de los pobladores de Las Iguanas y Casas Viejas. El Alcalde Sebastián Zamudio se ha propuesto como un enlace entre la Comisión de los Pueblos y el Gobierno del Estado “para que se instale una mesa de negociación en la que se pueda dar respuesta satisfactoria a la gente afectada... El Ayuntamiento se encuentra en la postura de total apoyo a la gente”, Noroeste, Sur, 6 de abril, 2007.
Elías Pasos Bulnes, Comisario Ejidal de Siqueros, reveló a Noroeste, 1 de abril, 2007, que el Gobierno estatal los presiona para que los comuneros aporten una cantidad de dinero para la construcción de la presa de la que ellos no disponen. Aceptan que el embalse es una necesidad para la región y que los beneficiará, pero no consideran proporcionado los que les piden.
En medio de estas historias truculentas ya hay varios ganones que están comprando terrenos a bajos precios en aquellos poblados que van a quedar cerca de la presa, y lo hacen manejando información privilegiada.
La señora Refugio Lizárraga Sandoval, vecina de Las Iguanas, en una carta enviada a Noroeste el 4 de abril, revela que, a diferencia de lo que afirma el Presidente Municipal de Mazatlán, los comuneros que ya vendieron sus predios no serán indemnizados, según les informó el señor Cornelio Camacho, funcionario de la Cocosin. La señora Lizárraga Sandoval concluye con un sentido común y de justicia:
“Estamos conscientes que si somos mil afectados, por decir así, serán millones los beneficiados y no estamos opuestos, lo único que queremos, es, que nos paguen lo justo”. En la película “Milagro Beanfield”, Robert Redford, el director, quiso que la justicia fuera poética y se inclinó por los comuneros.
Pero Sinaloa no es Hollywood, aunque los pobladores atropellados sin son tan luchadores y dignos como los de la película".
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