miércoles, 2 de septiembre de 2009

Y Las Querencias, Quién Me Las Va a Pagar?


PRESA PICACHOS

'¿Y las querencias, quién me las va a pagar?'
Los desalojados y expulsados del vaso de la Presa Picachos necesitan un replanteamiento de las características de las nuevas viviendas y de los espacios públicos de los nuevos pueblos, plantea especialista

Servando Rojo Quintero*
11-08-2009


Puerta de San Marcos, una de las localidades que serán sepultadas por el agua, son de gran antigüedad, donde la arquitectura y los espacios urbanos son producto de una respuestas a las condiciones climáticas, culturales y de los recursos disponibles.


"¿Y las querencias quién me las va a pagar?", preguntaba un señor desalojado de la Puerta de San Marcos a un grupo de amigos ahí presentes. Una pregunta sencilla pero con una gran profundidad, ¿Qué son las querencias y qué significan para los pobladores expulsados del vaso de la presa? Generalmente cuando se habla de identidad se refiere a un sentido de pertenencia a un grupo social específico, a una interacción social, sin embargo, ésta se da en un espacio físico concreto; por lo tanto, y retomando a Sergi Valera (1994) tenemos que la identidad social también puede derivarse del sentimiento de pertenencia o afiliación a un entorno concreto significativo, que se traduce también en un verdadero "diálogo simbólico" en el cual el espacio transmite a los individuos unos determinados significados socialmente elaborados y éstos interpretan y reelaboran estos significados en un proceso de reconstrucción que enriquece ambas partes, en ese marco tenemos que la arquitectura vernácula sinaloense es una clara expresión de este proceso correlativo, en donde se integran como un todo los valores culturales de los usuarios, el objeto urbano-arquitectónico y el medio físico circundante. Hace escasamente una semana visitamos los pueblos que van a desaparecer bajo las aguas de la Presa Picachos y pudimos constatar el valor de su arquitectura y de sus espacios urbanos. Se trata de localidades de gran antigüedad (mencionadas algunas de ellas en 1877 por don Eustaquio Buelna en su compendio histórico, geográfico y estadístico), donde la arquitectura y los espacios urbanos son producto de una respuestas a las condiciones climáticas, culturales y de los recursos disponibles en el entorno, en una trasmisión de conocimientos de generación en generación.
El desalojo es una experiencia traumática Por ejemplo, sus anchos muros de adobe, techos de vara blanca, lodo y teja, son obtenidos del medio circundante. Si los materiales usados ayudan a mitigar las altas temperaturas, la disposición de sus espacios (con una superficie construida de 200 metros cuadrados en promedio) también responden a esta necesidad, sus amplios portales permiten la libre circulación del aire, pero también son el espacio por excelencia donde se desarrolla la convivencia social: el externo, es el de las "buenas tardes o días" el del saludo cotidiano con el transeúnte, el amigo o el vecino; el interno, el de la convivencia familiar.
El lote es una extensión de la vivienda, bajo la sombra de sus árboles, los moradores lo mismo descansan de la inclemencia de los rayos del sol, como también alberga los lavaderos y otras actividades. Si pasamos a un segundo plano, encontramos que siguiendo la tradición de las ciudades latinoamericanas, estos pueblos contaban con una plaza con un bello kiosco, arbolada y con hermosos jardines, era la parte central, su corazón, el espacio de convivencia social; rodeado de confortables construcciones muchas de ellas con amplios portales al exterior, en uno de sus costados encontramos a la iglesia, donde domingo a domingo asistían las familias.
En esta interacción, el espacio adquiere un significado para los pobladores, es mudo testigo de sus historias individuales y colectivas, es un espacio habitado, se conforma la denominada identidad social espacial, por eso el señalamiento "¿y las querencias quién me las va a pagar?". En otras palabras, todos los recuerdos, mis muertos, mis historias, mis sueños, mis esperanzas, van a quedar sepultadas bajo las aguas de la presa. El desalojo es una experiencia traumática para estos habitantes, una posibilidad de mitigarla era dotarlos de espacios dignos, que retomaran sus valores culturales, una arquitectura para ser habitada y no meros alojamientos, pero… El sur también existe, diría Mario Benedeti, sin lugar a dudas los proyectos más importantes que vendrán a detonar el desarrollo económico del sur del estado de Sinaloa son el desarrollo turístico a iniciarse en Teacapán, así como la construcción de la autopista Durango-Mazatlán y de la Presa Picachos.
La construcción de esta presa para impulsar el turismo en Mazatlán también abre la posibilidad de promover un turismo alternativo en su entorno, considerando como ventaja su cercanía a Mazatlán, uno de los centros turísticos más importantes del nor-occidente mexicano.
Sentido contrario La Agenda Siglo XXI para el Turismo Sustentable, a lo que México se ha comprometido impulsar y respetar, establece la necesidad de explotar los recursos naturales en equilibrio con el medio ambiente, el respeto a las manifestaciones culturales tangibles e intangibles y en beneficio de las comunidades.
El proceso de construcción de la Presa Picachos contraviene dichos acuerdos internacionales, como veremos. Uno de los problemas más agudos que presenta, tiene que ver con el actual desalojo de las familias afectadas, que han sido reubicadas en nuevos asentamientos. Como mencionan los comuneros, el Gobierno estableció el compromiso de dotarlos de una vivienda digna, pero a cambio se les ha construido un pie de casa de 36 metros cuadrados, lo cual ha provocado un disgusto generalizado, ya que esto debió ser el resultado de acuerdos a través de la negociación.
En este sentido, surge la pregunta, ¿Qué superficie debe tener la vivienda? Es importante considerar como la principal premisa para el diseño de la vivienda, la composición familiar, que es de 5.5 en promedio; por otra parte, la respuesta de diseño debe estar en sintonía con las condicionantes bioclimáticas, tales como, la temperatura, vientos, lluvia, asoleamiento, además del medio natural como la topografía, escurrimientos pluviales, tipo de suelo, etc.; los materiales y sistemas constructivos deben dar respuesta a las condicionantes antes mencionadas; y por último, la solución de la vivienda, se debe generar a partir del diseño participativo, ello significa, tomar en cuenta la opinión y las ideas de los usuarios, sus formas de vida, usos y costumbres, todos estos factores cobran especial relevancia, por el hecho de que han sido extirpados de su hábitat, y borradas de un solo golpe sus tradiciones y costumbres, sus vivencias y recuerdos, despojándolos de su medio natural. Vivienda no digna En este sentido, podemos hablar que se requiere de una vivienda que resuelva las necesidades de espacio de una familia de cinco miembros, lo que en términos generales nos daría una vivienda de tres recámaras, sala comedor, cocina, baño y portal frontal y posterior. El portal es el espacio fundamental de la vivienda vernácula de la región, en el se desarrollan múltiples actividades, forma parte de la tradición arquitectónica del lugar, es por ello que debe ser incluido
Por lo tanto, tenemos una vivienda de poco más de 70 metros cuadrados de superficie construida. Por otra parte, en relación a la vivienda entregada a los pobladores por parte del Gobierno estatal hacemos las siguientes observaciones: - La vivienda que se otorga a los afectados no puede ser considerada una vivienda digna, ya que se trata sólo de un pie de casa con una superficie de 36 metros cuadrados. que se aleja radicalmente de la habitación a la que habían estado acostumbrados.
Sin embargo, sabemos que es difícil la construcción de una vivienda semejante a la que habitaban; pero, es necesario considerar la solución que se dio anteriormente a casos semejantes en la reubicación de desalojados para la construcción de la infraestructura hidráulica, en donde las condiciones de la vivienda fueron más generosas. - Los nuevos asentamientos no cuentan con el servicio regular de agua potable, ni en cantidad, ni en calidad. - El emplazamiento de los pueblos, se localizan en terrenos inestables, en colinas y faldas de cerros y debido al tipo de terreno, se corre el riesgo de deslaves, erosiones y derrumbes, que en algunos casos pondrían en riesgo la integridad física de algunas viviendas y sus moradores. - Hasta hoy en día, existen algunas familias que no han recibido asignación de vivienda, ante lo cual, están quedando en total indefensión ya que sus casas están siendo inundadas y no cuentan con un techo dónde resguardarse de las inclemencias del tiempo. - Con relación a los materiales y sistemas constructivos se observa lo siguiente: el muro de block de cemento arena tiene un comportamiento térmico inferior al de la vivienda vernácula; la cubierta de asbesto es un material prohibido, por ejemplo, en los países de la Comunidad Económica Europea, por ser cancerígeno.
Conclusión Como pudimos observar, la vivienda de los nuevos asentamientos no cubre los requisitos mínimos como alojamiento (como mero albergue), menos como espacio habitable (pleno de identidad y tradición), por lo que es necesario un replanteamiento de las características tanto de las viviendas como de los espacios públicos, en donde se resuelvan tanto problemas técnicos (deslaves del terreno, materiales constructivos, dotación de agua potable, la insuficiencia de espacio en la vivienda, etc.,), como la falta de dotación de vivienda en varios casos; asimismo, es necesario replantearse las características del asentamiento para recuperar en la medida de lo posible valores culturales perdidos.
Esta problemática debe ser abordada con la participación plena de las comunidades afectadas y no una imposición, como a la fecha ha sucedido. Que el impulso al turismo en Mazatlán no
sea en menoscabo de la calidad de vida de las comunidades afectadas por la construcción de la presa.

* El autor es doctorante en arquitectura, de la facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

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